Situado en la Vega del Guadalquivir, en su término se han localizado restos humanos con una cronología que abarca desde el Bronce Final hasta la época íbero-romana. En las proximidades del actual núcleo urbano se han documentado importantes restos cerámicos pertenecientes a villas romanas repartidas a lo largo de la Vía Augusta. Tras la conquista cristiana, la Aldea de Cascajar, es dada por Pedro I a Martín López de Córdoba para que la repueble con cincuenta vecinos y la exime de pagar tributos reales, por lo que pasa a llamarse Villafranca. Entre los siglos XVI y XVIII forma parte del Marquesado de Priego y posteriormente a la casa de Aguilar, quedando reflejado este esplendor en su arquitectura.
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