Apareció un buen día, sin más. Nadie sabía quien lo había traido o de donde había venido.
Era un perro vagabundo, negro,desaliñado,delgaducho,... Una anciana se apiadó de él y de vez en cuando le ponía comida en la puerta de su casa...y con esa anciana comenzó la historia.
Una noche Moro pasó toda la noche aullando frente la puerta de dicha señora y a la mañana siguiente el alguacil del pueblo extrañado entró en la casa y se encontró el cadaver. El perro continuó en el umbral de la puerta llorando y aullando durante todo el velatorio. Pero no contento con eso, cuando la comitiva salió de la casa en dirección a la iglésia, Moro se colocó entre el feretro y los familiares. Y de la iglésia al cementerio lo mismo. Moro pasó la noche velando el cuerpo.
A los pocos dias Moro montó un buen escandalo
frente a una casa en la que había una joven gravemente enferma,...esa misma
noche la chica murió y el amable perrito repitió todo el trayecto que había
hecho cuando murió la anciana.
Se dice en el pueblo que esa misma escena se repitió por algunos años hasta 600 veces. Ya no solo esperaba a los que morían en el pueblo, sino que aveces se le veia esperando a la salida de la carretera general y al momento aparecía un coche fúnebre en dirección al pueblo.
Los lugareños le temían y en dos ocasiones fue subido por la fuerza a vehiculos para alejarlo del pueblo. Una vez llegó a Granada, la otra a Ciudad Real,....pero al cabo de un tiempo Moro aparecia de nuevo en el pueblo dejando a todos estupefactos.
Pero las grandes historias tienen siempre tristes finales y a Moro le llegó su final cuando los familiares de una niña muy enferma descargaron toda su furia contra él cuando la niña murió y éste esperaba y aullaba en el umbral de su casa.
Años mas tarde, los propios lugareños arrepentidos del final terrible que había tenido el perro exigieron un monumento en la plaza del pueblo en honor a ese ser que sin duda y de manera inexplicable tan conectado estaba al pueblo.
Se dice que, aún hoy en dia, cuando un lugareño es enterrado en el cementerio municipal, los aullidos y llantos del perro Moro se escuchan por todo el pueblo....su pueblo.
Se dice en el pueblo que esa misma escena se repitió por algunos años hasta 600 veces. Ya no solo esperaba a los que morían en el pueblo, sino que aveces se le veia esperando a la salida de la carretera general y al momento aparecía un coche fúnebre en dirección al pueblo.
Los lugareños le temían y en dos ocasiones fue subido por la fuerza a vehiculos para alejarlo del pueblo. Una vez llegó a Granada, la otra a Ciudad Real,....pero al cabo de un tiempo Moro aparecia de nuevo en el pueblo dejando a todos estupefactos.
Pero las grandes historias tienen siempre tristes finales y a Moro le llegó su final cuando los familiares de una niña muy enferma descargaron toda su furia contra él cuando la niña murió y éste esperaba y aullaba en el umbral de su casa.
Años mas tarde, los propios lugareños arrepentidos del final terrible que había tenido el perro exigieron un monumento en la plaza del pueblo en honor a ese ser que sin duda y de manera inexplicable tan conectado estaba al pueblo.
Se dice que, aún hoy en dia, cuando un lugareño es enterrado en el cementerio municipal, los aullidos y llantos del perro Moro se escuchan por todo el pueblo....su pueblo.
El animal siempre sabía de antemano quién iba a
morir. Su sexto sentido
Fueron 600 casos los que se contabilizaron que
el perro, Moro, fue capaz de predecir. Y siempre, hasta el último de sus días,
acompañó hasta el último momento a cada uno de los vecinos de Fernán Núñez.
¿Poder extrasensorial? ¿lo que vulgarmente llamamos sexto sentido?, pero el de Moro es sólo uno de los muchos casos de animales en los que se ha constatado que tienen un instinto fuera de lo común. siempre lo guiaba a la puerta de la casa donde iba a producirse una muerte próxima, y allí, pacientemente, esperaba en su puerta. Lo curioso es que su ritual no finalizaba hasta que no había asistido, en el cementerio local, a su sepelio. Obviamente, aquella actitud del animal asustaba a todos los vecinos que no querían verlo ni en pintura, como vulgarmente suele decirse y por ello, en más de una ocasión intentaron echarlo del pueblo.
¿Poder extrasensorial? ¿lo que vulgarmente llamamos sexto sentido?, pero el de Moro es sólo uno de los muchos casos de animales en los que se ha constatado que tienen un instinto fuera de lo común. siempre lo guiaba a la puerta de la casa donde iba a producirse una muerte próxima, y allí, pacientemente, esperaba en su puerta. Lo curioso es que su ritual no finalizaba hasta que no había asistido, en el cementerio local, a su sepelio. Obviamente, aquella actitud del animal asustaba a todos los vecinos que no querían verlo ni en pintura, como vulgarmente suele decirse y por ello, en más de una ocasión intentaron echarlo del pueblo.